El Museo de Adra recibe nuevos fondos arqueológicos procedentes del Cerro de Montecristo y un enterramiento romano de Guianos Altos. Se trata de un reflector con palmeta en relieve, una lucerna, reflector con decoración en hoja de acanto y una alabarda de bronce.

Los abderitanos han vuelto a poner hoy de manifiesto la importancia de su historia y la antigüedad de una ciudad que guarda vestigios de un rico pasado fenicio, púnico y romano. Y lo han hecho, con la cesión al Ayuntamiento  de Adra de nuevas piezas arqueológicas que, encontrados en el Cerro de Montecristo y en un antiguo enterramiento romano de la barriada de Guainos Altos, se hallaban en colecciones privadas.

 

Se trata de piezas de gran valor que datan de la Época del Bronce y del Emperador romano Augusto Tiberio  (siglo I A.C) que han sido donadas a la ciudad por José Antonio Figueroa Fernández que, tras cumplir el resto de las cláusulas jurídico-administrativas que acompañan a las donaciones, pasará a formar parte de la exposición de fondos permanente de material arqueológico, médico y piezas encontradas en el Cerro de Montecristo, que está habilitada en la tercera planta del Museo de Adra. Al mismo tiempo pasarán a ser inscritas en el Registro de Patrimonio Histórico Cultural de Adra y en el futuro se enmarcarán dentro del Centro de Interpretación del Cerro de Montecristo que hay proyectado para la ciudad.

 

En concreto las piezas donadas son:

 

  • Reflector con palmeta estilizada de siete lóbulos realizada a molde con arcilla rojiza clara y barniz rojizo. Ésta pertenece al reflector o apéndice triangular posterior de una lucerna tipo Vb, cuyas medias son 76x65x24 mm que fue hallada en el Cerro de Montecristo.

 

  • Lucerna sin asas y con dos pequeñas protuberancias laterales o aletas, disco cóncavo decorado con venera, con charnela bien marcada y orificio de alimentación descentrado, pie en creciente con corazón de trébol que le precede y volutas insinuadas. En la base se sitúa un delfín impreso como distintivo del fabricante, marca inédita. Data de la época de Augusto Tiberio. Las medidas son 102x79x29 mm y procede del Cerro de Montecristo.

 

  • Reflector con decoración de hoja de acanto de diez lóbulos. Pertenece al reflector o apéndice triangular posterior de una lucerna tipo Vb Deneauve, correspondiente al II B1 de Ponsich, dentro del modelo de volutas de tipo saliente que sustituyen a los vértices del mixus con picos redondeados o más bien ojivales. Procedente del Cerro Montecristo.

 

  • Alabarda de Bronce. Formaba parte del ajuar de una tumba descubierta hacía 1976, cuando se ampliaba el camino de ‘Las  Cañaillas’. La alabarda (especie de puñal o hacha colocado en el extremo de un mango largo) es característico de los enterramientos masculinos.

 

Son, por tanto, piezas de gran valor arqueológico que vendrán a engrandecer  el Inventario de Bienes Municipal Cultural y Arqueológico con el que cuenta la ciudad, en base a cesiones de abderitanos y algunas piezas que fueron encontradas en las catas y excavaciones realizadas en el entorno del Cerro de Montecristo.

 

La aprobación de estas donaciones fue elevada a la sesión plenaria del viernes, 7 de octubre, recibiendo éste punto el respaldo unánime de la cámara, por lo que se hará efectivo en pocos días pudiendo ser próximamente las cesiones puestas a exposición. Este tipo de actuaciones están comenzado a ser cotidianas entre los abderitanos que se han concienciado de la importancia de ceder estas piezas arqueológicas al Ayuntamiento, ya que ello asegura una mejor conservación de estos restos arqueológicos que, a su vez, vienen a  garantizar el papel de ejemplares de la memoria y del pasado del municipio.

 

Es por ello, que la alcaldesa,  Carmen Crespo, se ha mostrado una vez más “contenta por estas cesiones” y ha querido animar a los abderitanos a que, también, empiecen a ceder enseres de la pesca para poder dotar de un mayor contenido y de historia el futuro Museo del Mar. En este sentido, Crespo volvía a agradecer “a los abderitanos que han hecho posible esta cesión, ya que supone un importante revulsivo al patrimonio cultural de la ciudad y, sobre todo, denota la implicación y concienciación que la sociedad abderitana está adquirido en la recuperación y en la protección de éste, que es símbolo de nuestro pasado y de nuestra historia».